


Por: Claudia Constanza Pinzón Romero
La autoestima se establece de diversas formas y se convierte en una herramienta para enfrentar los distintos momentos que depara la vida cotidiana. Se puede asegurar que una autoestima fortalecida está vinculada a la valoración que cada uno tiene de sí mismo, lo que puede potenciar capacidades, destrezas, habilidades y niveles altos de seguridad personal, esto se ve reflejado en los vínculos con la familia, la sociedad, la escuela y el contexto con el que se relaciona.
El ambiente familiar es fundamental y se refleja en el valor y el amor que cada persona expresa sobre sí misma. Varias de las dificultades emocionales que manifiesta un adulto, han sido construidas desde la niñez y pueden ser producto resultante de: carencias afectivas, económicas, situaciones de sobre-protección o abandono, de relaciones familiares precarias e incluso de enfermedades padecidas en ese primer momento de la vida, las cuales afectaron el estímulo, la energía, la capacidad creativa y hasta la posibilidad para hacer amigos
Foto: Fundación Alejandría |
La autoestima está en interrelación con la dimensión comunicativa, es así que según las expresiones: gestos, expresiones orales y escritas, se recibe la información, se asimila, se interpreta, se asigna un valor, que puede ser positivo o negativo, bien sea, por aprendizaje o por resentimiento, por tanto los mensajes que emitimos en la acción comunicativa deben ser claros. Es necesario recordar que en algunos casos, el estilo de crianza de las madres/padres obedece a un modelo comunicativo tradicional y patriarcal, del que ellos también hicieron parte en la infancia entonces lo proyectan hacia sus hijos.
Es necesario insistir en que ninguna forma de maltrato es educativa y menos sin son mensajes que culpabilicen, critiquen, acusen, insulten o reprochen, estos no son un buen estímulo o una experiencia agradable para nadie y menos en la niñez, cuando no hay posibilidades de defenderse, protegerse y, en donde la impotencia para transformar las relaciones es evidente, porque casi por regla cultural, en nuestra sociedad, la razón la tiene el adulto.
Foto: Fundación Alejandría |
B. Una mujer
de bajos recursos económicos, que con esfuerzo logra desenvolverse profesionalmente
como docente en el ámbito universitario, puede reconocer su valor, pero sus sentimientos
crónicos de inferioridad, a raíz de no aceptar su físico por su “sobrepeso”, la
inhabilitan para avanzar hacía logros importantes en su desarrollo como ser
humano.
C. Una mujer
de bajos recursos económicos, que no es menguada por las adversidades en sus
deseos y aspiraciones, cree en sí misma y sus potencialidades, valora quién es
y se proyecta al futuro en medio de las dificultades con seguridad y decisión.
d. Una persona con poca confianza en sus
capacidades y en sí misma crea roles de sumisión para evitar situaciones donde
deba asumir responsabilidades.
Así, se observa que los criterios con los que las personas se evalúan y valoran a sí mismos, responden la mayoría de veces a estigmas y prototipos de los ideales de la cultura.
Algunos de estos criterios están asociados a factores físicos externos como: soy negro, soy gordo, soy feo, soy barrigón, soy narizón, soy calvo, soy bonito, soy blanco, soy fuerte, soy indígena, tengo senos grandes o pequeños, no tengo nalgas, entre otros. En menor proporción se valoran los factores esenciales y que dan carácter e identidad, las cualidades personales, las virtudes, sus pasiones, sus valores, como: la solidaridad, la bondad, la alegría, la resistencia ante la adversidad, la honestidad, la perseverancia, la sinceridad, la genialidad para conseguir lo que se desea y el respeto por los demás. También, existe un criterio de grupo, el cual contribuye en cómo cada persona se ve a sí misma, por ejemplo: la perspectiva y opinión que tienen los miembros de los grupos en que participa y lo que piense el grupo incide negativa o positivamente en la personalidad o forma de pensar y la autoestima depende de esa valoración.
La Escuela y la autoestima del estudiante
La familia y la escuela deben transmitir valores claros, para que los significados de los mismos sean comprensibles. Los maestros, seguramente, investigan el contexto de las familias y conocen las problemáticas de la comunidad, así que deben reflexionar con los niños sobre sus costumbres, creencias y las formas de relación con los amigos, la familia y el entorno, e incentivar, con este conocimiento, el pensamiento crítico acerca del contexto y su participación en el mismo.
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Foto: Fundación Alejandría |
El estudiante re-crea su ser en tres dimensiones. En la primera dimensión está: el concepto que él tiene de sí mismo, ¿Soy capaz?, ¿Soy valorado en la comunidad? ¿Tengo posibilidades para alcanzar mis propósitos en las actividades cotidianas?
La segunda dimensión contiene el concepto que tiene el estudiante de sí mismo en relación con otras personas. Puede tener creencias de que es valorado o no, por ejemplo creer que sus creencias, sus deseos, sus actitudes y aptitudes, su familia, su identidad o sus creencias espirituales, son la causa de que no le aprecien, de que le tengan desconfianza y disgusto, o lo contrario que se le trate con demasiado interés. (La identidad que cada estudiante tiene de sí mismo se construye desde la niñez a través del reflejo de las opiniones de los demás, de las creencias de su comunidad y cultura).
Y la tercera dimensión vincula el concepto sobre sí mismo, tal como desearía ser, cómo se ve realmente y el concepto idealizado que lo desborda,
Los maestros deben promover en el estudiante, el deseo de descubrir quién es, para aportar en el deseo de lo que desea ser, respetando sus ritmos, sus conflictos y sus confusiones.
La escuela puede fortalecer la autoestima o degradarla, es decir, que los maestros y la escuela deben estar dispuestos al diálogo, a brindar conocimientos y experiencias a los estudiantes.
Los maestros deben ajustar las oportunidades de aprendizaje-enseñanza, para que el niño progrese a su propio ritmo.
Los maestros deben equilibrar el desarrollo de la inteligencia cognitiva junto con el desarrollo emocional para contribuir a que el estudiante se acepte a sí mismo.
La escuela debe promover y crear un ambiente, para encontrar oportunidades donde cada estudiante pueda sentirse importante.
Los maestros pueden identificar los aspectos fuertes de cada estudiante para potenciarlos.
Los maestros deben visibilizar los sentimientos, emociones, vivencias, valoraciones y creencias de los estudiantes y ver cuáles apropia en la escuela.
Los estudiantes, en la mayoría de los casos, se valoran a sí mismos, mediante la aprobación de otros, por tanto, la crítica que hacen los maestros debe realizarse cuando el estudiante esté fortalecido emocionalmente para aceptarla.
Identificar el comportamiento y la disposición del estudiante para promover relaciones estables y evitar conflictos y agresiones, especialmente, cuando las presiones son muy grandes en el aula.
Creer en los estudiantes, es brindar confianza, así se van a sentir dignos de estima y respeto. Además restablecen su equilibrio y sus convicciones.
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Foto: Fundación Alejandría |
Es entonces, que se identifica que que todas las acciones y las palabras son lenguaje y estas comunican, por ejemplo: los silencios, las posturas, los gestos, las actitudes, las expresiones, las miradas y los tonos de la voz, incluso la moda y los accesorios que utilizamos están cargados de sentido y significado y esto es observado, leído e interpretado por el otro, automática o intencionalmente.
Los lenguajes son elementos de poder, de dominio pero también de libertad. En la comunicación asertiva está la clave para fortalecer y fomentar una buena autoestima, en tanto así se expresan sentimientos, emociones, estados de ánimo, deseos, anhelos y aspiraciones. La comunicación debe ser un medio para poder re-significar la existencia y otorgarle el valor a la vida.
Estrategias para restablecer la autoestima: des-aprender
Des-aprender es una buena estrategia para restablecer la creencia en sí mismo, para reemplazar las viejas ideas construidas en el temor y la inseguridad, por tanto es necesario.
Aprender a decidir y elegir con libertad, responsabilidad y sin presiones. Por ejemplo: El tiempo es mío, el cuerpo es mío, la vida me pertenece.
Establecer límites, realizar acuerdos, exigir respecto por mi sexualidad, sueños y deseos.
Liderar sin someterse.
Asumir la responsabilidad de las relaciones con los demás y el entorno.
Confiar en que se pueden superar las dificultades.
Comunicar emociones, estados de ánimo y sentimientos.
Reconocer que se pueden ofrecer opiniones y que también se pueden equivocar.
Identificar las fortalezas que lo hacen valioso, ser capaz, creativo y abierto a los cambios.
Valorar el cuerpo, la existencia y la sexualidad, para dirigir su propia vida, sin desarrollar sentimientos de culpabilidad, de inferioridad o de incapacidad. Evitar complacer a los demás para ser aceptado.
La persona hace autocrítica fuerte y excesiva sobre sí mismo revelando su insatisfacción.
Es hipersensible a la crítica, se siente atacado, herido; culpa de los fracasos a los demás o a la situación.
Cultiva resentimientos tercos contra sus críticos.
Es indeciso, por miedo a equivocarse.
Desea
complacer, por miedo a desagradar o a perder la positiva opinión de los demás.
Se auto-exige
para hacer "perfectamente" todo lo que intenta
Se desmorona emocionalmente cuando las cosas no salen con la perfección requerida.
Se culpa permanente, se acusa y se condena por conductas que no siempre son malas.
Exagera
sus errores y los lamenta indefinidamente, sin llegar a perdonar su acción.
Es irritable,
hostil, siempre está punto de estallar aún por cosas de poca importancia.
Todo
le disgusta, le desagrada, le decepciona, nada le satisface.
Evita
compararse con otros
No es
envidioso
Lo que hace no lo justifica
Actúa con seguridad y no como si "pidiera perdón por existir"
No cree
que está molestando o haciendo perder el tiempo a otros,
Reconoce
que los demás tienen sus propios problemas en lugar de echarse la culpa
"por ocasionar molestias".
Cree
en valores y principios,
los defiende aún cuando encuentre fuertes oposiciones colectivas.
Se
siente seguro para modificar valores y principios si nuevas experiencias indican que estaba equivocada.
Es capaz de obrar según crea más acertado, confiando en su propio juicio, y sin culpas.
Emplea su tiempo en situaciones del presente
Es
sensible a las necesidades de los otros.
Evita divertirse a costa de los demás.
Confía en su capacidad para resolver sus problemas, sin acobardarse por las dificultades.
Acepta y valora el ser una persona agradable valiosa para otros, especialmente para los grupos con los que se relaciona.
No es manipulable, y colabora si le parece apropiado y conveniente.
Identifica
y reconoce en sí mismo una variedad de sentimientos.
Disfruta
diversas actividades: leer, bailar, trabajar, jugar, descansar, caminar, estar
con amigos, etc.
Respeta las normas de convivencia.
La tensión en todas las dimensiones de desarrollo es permanente, el arco intencional de su conciencia: percepción, representación y motricidad responden equilibrando su ser.
Los saberes, los conocimientos, las normas, las reglas, las costumbres, las creencias, las valoraciones, los deseos y los quereres van constituyendo la conciencia intencional del sujeto a través de su existencia. Es en el encuentro con el otro y el mundo de la vida, donde la percepción y la re-presentación de la persona, fundamenta la posibilidad de creer en sí misma, de valorarse y de quererse como es, reconociendo la incompletud y la complejidad de la vida.
Referentes
Bibliográficos
RODRÍGUEZ-SH RODRÍGUEZ-SHADOW, M