Por: Claudia Constanza Pinzón Romero

Todas las personas expresan de diferentes maneras sus emociones, estados de ánimo y sentimientos, son manifestaciones
asociadas a vivencias y experiencias positivas o negativas que han sido dadas en el
mundo de la vida y están vinculadas a aspectos internos y externos, en esa apertura al entorno y a los otros a través de nuestros sentidos, es que en el proceso intentivo de la consciencia se convierten en percepciones que finalmente, son cernidas y valoradas por la razón como experiencia. Cada vivencia puede alterar: las
creencias, la valoración y el sentimiento que cada persona tiene por sí mismo, a esto le
llamamos autoestima.
Es decir, l
a autoestima consiste
en la valoración que cada uno da a su existencia, a la vida misma, a su cuerpo, a su sexualidad, al ser
en y con el mundo. Entre las
características principales de la autoestima están: Primero: es dinámica y se transforma de forma constante. Desde el
vientre, el ser humano está determinado por su sexualidad, es capaz de percibir
el mundo que rodea la madre y puede asignar un valor a su sentir, puede identificar
lo que le agrada o desagrada, puede escuchar voces y tener sabores, es decir,
comienza a desarrollar su propiocepción. Segundo: Durante el nacimiento y los
meses siguientes de vida, el sujeto continúa construyendo una valoración sobre sí mismo, gracias a las experiencias que va adquiriendo en la relación las
expresiones de afecto que obtiene de la familia, compañeros, amigos y vecinos y,
a la relación con el entorno.La autoestima
se establece de diversas formas y se convierte en una herramienta para enfrentar
los distintos momentos que depara la vida cotidiana. Se puede asegurar que una
autoestima fortalecida está vinculada a la valoración que cada uno tiene de sí mismo, lo que puede potenciar capacidades, destrezas,
habilidades y niveles altos de seguridad personal,
esto se ve reflejado en los vínculos con la familia, la sociedad, la escuela y
el contexto con el que se relaciona.
La Familia y la autoestima
El ambiente
familiar es fundamental y se refleja en el valor y el amor que cada persona
expresa sobre sí misma. Varias de las
dificultades emocionales que manifiesta un adulto, han sido construidas desde la
niñez y pueden ser producto resultante de: carencias afectivas, económicas, situaciones
de sobre-protección o abandono, de relaciones familiares precarias e incluso de
enfermedades padecidas en ese primer
momento de la vida, las cuales afectaron el estímulo, la energía, la capacidad
creativa y hasta la posibilidad para hacer amigos
 |
Foto: Fundación Alejandría
|
Estas son algunas
situaciones que afectan la autoestima en la infancia: Las familias, algunas
veces subestiman las posibilidades de los niños y jóvenes, las que no tienen
tiempo, no les prestan atención, los ignoran, se burlan de ellos ante su expresión
de miedo y soledad, entre otros. Generalmente, ignoran que están socavando la
autoestima de sus hijos. Sin embargo, si
en otras ocasiones, le expresan afecto y comprensión, crean una enorme
confusión, pues ese niño o joven comienza
a elaborar estrategias en el desarrollo de la personalidad para ser aceptado o
también puede reaccionar diferente: se somete para dar gusto a los miembros de
la familia.
Es así, que estos
sentimientos obtenidos en la niñez, momentos en los que la
familia no fue clara con las expresiones afectivas, pueden persistir hasta la
vida adulta y se manifiestan como: desconfianza, inseguridad, inferioridad e
incapacidad para afrontar los retos que presenta la vida.
Además, pueden aparecer como dificultades para establecer relación con los
demás y el entorno.
La autoestima está en interrelación con la dimensión comunicativa, es así que según las expresiones: gestos, expresiones orales y escritas, se recibe la información, se asimila, se interpreta, se asigna un valor, que puede ser positivo
o negativo, bien sea, por aprendizaje o por resentimiento, por tanto los mensajes que emitimos en la acción comunicativa deben ser claros. Es necesario recordar que en algunos
casos, el estilo de crianza de las madres/padres obedece a un modelo
comunicativo tradicional y patriarcal, del que ellos también hicieron parte en
la infancia entonces lo proyectan hacia
sus hijos.
Es necesario insistir en que
ninguna forma de maltrato es educativa y menos sin son mensajes que culpabilicen, critiquen, acusen, insulten o reprochen, estos no son un buen estímulo o una experiencia agradable para
nadie y menos en la niñez, cuando no
hay posibilidades de defenderse, protegerse y, en donde la impotencia para
transformar las relaciones es evidente, porque casi por regla cultural, en
nuestra sociedad, la razón la tiene el adulto.
 |
| Foto: Fundación Alejandría |
La sociedad cumple una función importante en el desarrollo de la autoestima de las personas.
A través de la cultura,
la familia constituye diversos patrones y estilos de vida ya determinados e instituidos, que son transmitidos para
contribuir en la educación, por tanto, se espera que la persona en proceso educativo responda según el modelo social establecido.
Es decir, el nivel
de autoestima de una persona, en cierta medida, está ligado a lo paradigmas sociales, es así que logra comprender su cuerpo, su sexualidad, las normas, la moral y la relación con los demás. Por ejemplo:
A. Una mujer de posición social elevada, puede poseer
una baja autoestima, porque considera que a nivel profesional es ignorada.
Puede ver la importancia que tiene en la sociedad, pero considerarse un ser
humano indigno de admiración y aprecio de los demás.
B. Una mujer
de bajos recursos económicos, que con esfuerzo logra desenvolverse profesionalmente
como docente en el ámbito universitario, puede reconocer su valor, pero sus sentimientos
crónicos de inferioridad, a raíz de no aceptar su físico por su “sobrepeso”, la
inhabilitan para avanzar hacía logros importantes en su desarrollo como ser
humano.
C. Una mujer
de bajos recursos económicos, que no es menguada por las adversidades en sus
deseos y aspiraciones, cree en sí misma y sus potencialidades, valora quién es
y se proyecta al futuro en medio de las dificultades con seguridad y decisión.
d. Una persona con poca confianza en sus
capacidades y en sí misma crea roles de sumisión para evitar situaciones donde
deba asumir responsabilidades.
Así, se observa que los criterios con los que las personas se evalúan y valoran
a sí mismos, responden la mayoría de veces a estigmas y prototipos de los
ideales de la cultura.
Algunos de estos criterios están asociados a factores físicos
externos como: soy negro, soy gordo, soy feo, soy barrigón, soy narizón, soy calvo,
soy bonito, soy blanco, soy fuerte, soy indígena, tengo senos grandes o
pequeños, no tengo nalgas, entre otros. En menor proporción se valoran los
factores esenciales y que dan carácter e identidad, las cualidades personales, las
virtudes, sus pasiones, sus valores, como: la solidaridad, la bondad, la
alegría, la resistencia ante la adversidad, la honestidad, la perseverancia, la sinceridad,
la genialidad para conseguir lo que se desea y el respeto por los demás. También,
existe un criterio de grupo, el cual contribuye en cómo cada persona se ve a sí
misma, por ejemplo: la perspectiva y
opinión que tienen los miembros de los grupos en que participa y lo que piense el grupo incide negativa o positivamente en la
personalidad o forma de pensar y la autoestima depende de esa valoración.
La Escuela y la
autoestima del estudiante
La familia y
la escuela deben transmitir valores claros, para que los significados de los mismos sean comprensibles. Los maestros,
seguramente, investigan el contexto de las familias y conocen
las problemáticas de la comunidad, así que deben reflexionar con los niños
sobre sus costumbres, creencias y las formas de relación con los amigos, la
familia y el entorno, e incentivar, con este conocimiento, el pensamiento
crítico acerca del contexto y su participación en el mismo.
 |
| Foto: Fundación Alejandría |
En todos los
ambientes sociales los niños tienen las mismas necesidades básicas de afecto y seguridad, el derecho de ser una persona de valor y tener la oportunidad de crecer y desarrollarse como humano en igualdad y equidad.
Por tanto, los maestros deben
estar conscientes de los distintos ritmos de desarrollo de cada estudiante,
para que él se sienta cómodo consigo mismo y con su capacidad de desarrollo, pues desconocer esto es obstaculizar el proceso de formación. Los maestros
son responsables del fortalecimiento de los valores en el de los estudiantes y
el desarrollo saludable de su conciencia intencional.
El
estudiante re-crea su ser en tres
dimensiones. En la primera dimensión está: el concepto que él tiene de sí mismo,
¿Soy capaz?, ¿Soy valorado en la comunidad? ¿Tengo posibilidades para alcanzar mis
propósitos en las actividades cotidianas?
La segunda
dimensión contiene el concepto que tiene el estudiante de sí mismo en relación con otras
personas. Puede tener creencias de que es valorado o no, por ejemplo creer que sus creencias, sus deseos, sus
actitudes y aptitudes, su familia, su identidad o sus creencias espirituales,
son la causa de que no le aprecien, de que le tengan desconfianza y disgusto, o
lo contrario que se le trate con demasiado interés. (La identidad que
cada estudiante tiene de sí mismo se construye desde la niñez a través del
reflejo de las opiniones de los demás, de las creencias de su comunidad y
cultura).
Y la tercera
dimensión vincula el concepto sobre sí
mismo, tal como desearía ser, cómo se ve realmente y el concepto idealizado que
lo desborda,
Los maestros deben
promover en el estudiante, el deseo de
descubrir quién es, para aportar en el deseo de lo que desea ser, respetando
sus ritmos, sus conflictos y sus confusiones.
La escuela puede fortalecer la autoestima o degradarla, es decir, que los maestros
y la escuela deben estar dispuestos al diálogo, a brindar conocimientos y experiencias a los estudiantes.
Los
maestros deben ajustar las oportunidades de aprendizaje-enseñanza,
para que el niño progrese a su propio ritmo.
Los
maestros deben equilibrar el desarrollo de la inteligencia cognitiva junto con
el desarrollo emocional para contribuir a que el estudiante se acepte a sí
mismo.
La
escuela debe promover y crear un ambiente, para encontrar oportunidades donde
cada estudiante pueda sentirse importante.
Los maestros
pueden identificar los aspectos fuertes de cada estudiante para potenciarlos.
Los maestros
deben visibilizar los sentimientos, emociones, vivencias, valoraciones y
creencias de los estudiantes y ver cuáles apropia en la escuela.
Los
estudiantes, en la mayoría de los casos, se valoran a sí mismos, mediante la
aprobación de otros, por tanto, la
crítica que hacen los maestros debe realizarse cuando el estudiante esté
fortalecido emocionalmente para aceptarla.
Identificar
el comportamiento y la disposición del estudiante para promover relaciones estables y evitar conflictos y
agresiones, especialmente, cuando las presiones son muy grandes en el aula.
Creer
en los estudiantes, es brindar confianza, así se van a sentir dignos de estima
y respeto. Además restablecen su equilibrio y sus convicciones.
El poder de lenguajear para
fortalecer la Autoestima
 |
| Foto: Fundación Alejandría |
Las personas estructuran su personalidad
dentro del ambiente familiar, con
la adquisición de valores,
reglas y costumbres, que por lo regular, responden al "modelo" que la sociedad perfila y este es asimilado por todos los grupos sociales.
De
igual forma, el ambiente y sus
relaciones con el entorno lo complementan y determinan. Es de esta manera, que la autoestima contiene
la forma en que un sujeto se percibe, se representa y trasciende.
Creer y valorar lo que es,
fomenta la voluntad, el deseo, el querer, en últimas, ese concepto sobre lo que
uno quiere ser en el tiempo se construye y consolida. Es necesario, mencionar que todas las personas
guardan en su interior sentimientos no resueltos, aunque no siempre son
conscientes de estos. Por ejemplo: los sentimientos ocultos de sufrimiento pueden
expresarse con enojo, y con el tiempo se vuelve el enojo contra sí mismo, dejando
espacio a la depresión. Estos
sentimientos pueden concluir en: ansiedad, rechazo, cambios de estados de ánimo,
culpas, reacciones exageradas, hipersensibilidad, negativismo e impotencia,
entre otros.
Así estos trastornos emocionales, generan insatisfacciones y
situaciones de dolor, por ejemplo: la timidez, la vergüenza, los temores y hasta trastornos psicosomáticos. Pueden repercutir en que no se confíe en sí mismo, ni en las propias posibilidades, en que la persona siga atada atado emocionalmente a experiencias que lo
denigraron y no lo alentaron en algún momento de la vida. También, pueden existir razones para no valorar la existencia, pues se pueden encontrar en la comparación constante
con los demás, con el deseo de parecerse a los otros y la frustración de sentirse incapaces para
vivir por sus propios medio. Es decir, no hay autonomía, ni identidad, ni
autenticidad. Su existencia se asimila a la de un ser que no es.
Es entonces, que se identifica que que todas las acciones y las palabras son lenguaje y estas comunican, por ejemplo: los
silencios, las posturas, los gestos,
las actitudes, las expresiones, las miradas y los tonos de la voz, incluso la
moda y los accesorios que utilizamos están cargados de sentido y significado y
esto es observado, leído e interpretado por el otro, automática o
intencionalmente.
Los lenguajes son elementos de poder, de dominio pero también
de libertad. En la comunicación asertiva está la clave para fortalecer y fomentar
una buena autoestima, en tanto así se expresan sentimientos, emociones, estados de ánimo, deseos, anhelos y
aspiraciones. La comunicación debe ser un medio para poder re-significar la
existencia y otorgarle el valor a la
vida.
Estrategias para restablecer la autoestima:
des-aprender
Des-aprender es una buena estrategia para
restablecer la creencia en sí mismo, para reemplazar las viejas ideas
construidas en el temor y la inseguridad, por tanto es necesario.
Aprender
a decidir y elegir con libertad, responsabilidad y sin presiones. Por ejemplo:
El tiempo es mío, el cuerpo es mío, la vida me
pertenece.
Establecer
límites, realizar acuerdos, exigir respecto por mi sexualidad, sueños y deseos.
Liderar sin someterse.
Asumir
la responsabilidad de las relaciones con los demás y el entorno.
Confiar
en que se pueden superar las dificultades.
Comunicar
emociones, estados de ánimo y sentimientos.
Reconocer
que se pueden ofrecer opiniones y que también se pueden equivocar.
Identificar
las fortalezas que lo hacen valioso, ser capaz, creativo y abierto a los cambios.
Valorar
el cuerpo, la existencia y la sexualidad, para dirigir su propia vida, sin desarrollar
sentimientos de culpabilidad, de inferioridad o de incapacidad. Evitar
complacer a los demás para ser aceptado.
Características de una baja autoestima
La
persona hace autocrítica fuerte y excesiva sobre sí mismo revelando su
insatisfacción.
Es hipersensible
a la crítica, se siente atacado, herido; culpa de los fracasos a los demás o a
la situación.
Cultiva
resentimientos tercos contra sus críticos.
Es indeciso,
por miedo a equivocarse.
Desea
complacer, por miedo a desagradar o a perder la positiva opinión de los demás.
Se auto-exige
para hacer "perfectamente" todo lo que intenta
Se desmorona
emocionalmente cuando las cosas no salen con la perfección requerida.
Se culpa
permanente, se acusa y se condena por conductas que no siempre son malas.
Exagera
sus errores y los lamenta indefinidamente, sin llegar a perdonar su acción.
Es irritable,
hostil, siempre está punto de estallar aún por cosas de poca importancia.
Todo
le disgusta, le desagrada, le decepciona, nada le satisface.
Posee
una tendencia defensiva, (todo es negativo: vida, futuro y existencia)
Es
indiferente para gozar de vivir y de la vida misma.
Características de una buena
Autoestima
La
competencia no es su meta
Evita
compararse con otros
No es
envidioso
Lo que
hace no lo justifica
Actúa con
seguridad y no como si "pidiera perdón por existir"
No cree
que está molestando o haciendo perder el tiempo a otros,
Reconoce
que los demás tienen sus propios problemas en lugar de echarse la culpa
"por ocasionar molestias".
Cree
en valores y principios,
los defiende aún cuando encuentre fuertes oposiciones colectivas.
Se
siente seguro para modificar valores y principios si nuevas experiencias indican que estaba equivocada.
Es
capaz de obrar según crea más acertado, confiando en su propio juicio, y sin
culpas.
Emplea
su tiempo en situaciones del presente
Es
sensible a las necesidades de los otros.
Evita
divertirse a costa de los demás.
Confía
en su capacidad para resolver sus problemas, sin acobardarse por las
dificultades.
Se
considera y se siente igual a otras aunque reconoce diferencias en talentos y habilidades específicas.
Acepta
y valora el ser una persona agradable valiosa para otros, especialmente para los
grupos con los que se relaciona.
No es manipulable,
y colabora si le parece apropiado y conveniente.
Identifica
y reconoce en sí mismo una variedad de sentimientos.
Disfruta
diversas actividades: leer, bailar, trabajar, jugar, descansar, caminar, estar
con amigos, etc.
Respeta
las normas de convivencia.
La
tensión en todas las dimensiones de desarrollo es permanente, el arco
intencional de su conciencia: percepción, representación y motricidad responden
equilibrando su ser.
En conclusión,
el proceso educativo de los seres humanos, comienza desde el vientre y en éste
la familia, la sociedad, la escuela y la comunidad son fundamentales.
Los saberes,
los conocimientos, las normas, las reglas, las costumbres, las creencias, las
valoraciones, los deseos y los quereres van constituyendo la conciencia
intencional del sujeto a través de su existencia. Es en el encuentro con el
otro y el mundo de la vida, donde la percepción y la re-presentación de la
persona, fundamenta la posibilidad de creer en sí misma, de valorarse y de quererse como es, reconociendo la
incompletud y la complejidad de la vida.
Referentes
Bibliográficos
- Embree L.(2003) Análisis
reflexivo. Una Primera Introducción a la investigación fenomenológica.
Jitanjáfora Morelia Editorial. Red
- Francés, Mayfarth,
(1948) Human Beings I Have Known, Adventures in Human Relations. (Boletín para la educación
de la infancia), Washington, D.C: The Association, P. 9
- Gillham L, Heber. (1991) Cómo ayudar a los
niños a aceptarse sí mismos y a aceptar a los demás. Editorial Paidós Educador.
- Gallo.
C. (2010) Los discursos de la educación física contemporánea. Universidad
de Antioquia, grupo de investigación: estudios en educación corporal.
Editorial Kinesis.
- Pinzon Romero Claudia Constanza, Jaramillo Echeverri Luis Guillermo, Aguirre García Juan
Carlos, Dávila E. (2014) Tu amor me hace
grande: sentidos del cuerpo sexuado en la escuela. Universidad Católica
del Norte. Revista No 43. Recuperado de: https://revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/RevistaUCN/article/view/554
- Pinzón Romero Claudia Constanza y Dávila E. (2011) Los sentidos del
cuerpo sexuado en niños y niñas de 9 a 13 años en las Escuelas. Universidad del Cauca
- Rovaletti, M.L. (1984). “El cuerpo como
lenguaje, expresión y comunicación”, Revista de filosofía (México)
Año XVII, No. 51. Septiembre-diciembre.
pp.491-504.
- Roche Olivos, Robert. (1997) Psicología y educación para la pro-socialidad". Red Federal De Formación Docente Continua para La República Argentina.
Bs. As.
- Rodríguez S. María y López H. Miriam. (2009)
Antropología y arqueología de la sexualidad: Premisas teóricas y
conceptuales. Contribuciones desde Coatepec. N 16. P 77-89. Universidad
Autónoma del Estado de Mexico.
- Shibutani, Tomotsu. (1971) Psicología Social.
Editorial Paidós. Bs. As. P. 401
RODRÍGUEZ-SH RODRÍGUEZ-SHADOW, M