La agresividad es una manifestación externa de hostilidad, odio o furor que puede estar dirigida contra sí mismo como contra los demás.
Estos sentimientos, por lo general, son propios de personas insatisfechas y por lo tanto actúan como si se tratara de la respuesta a un ataque. El niño vive la frustración como un ataque hostil del ambiente, al que responde, por lo tanto con agresividad.
Cuando la insatisfacción es el único resultado de las relaciones, la agresividad puede ser constante y los sentimientos de culpa, más o menos conscientes pueden convertirse en un círculo vicioso del que difícilmente sale el niño sin ayuda.
El niño de dos o tres años presenta en elevada proporción rabietas como forma análoga de oposición a la autoridad materna y en relación, a veces, con la adquisición de hábitos. A partir de los cuatro años su exaltación está más referida a las dificultades propias de la relación social.
Los impulsos agresivos, crueles y egoístas entran en el terreno de las perversiones cuando van unidos a la satisfacción y al placer.
Se califican de niños hiperagresivos aquellos que son sobre estimulados, siempre en busca de sensaciones o a niños muy exigentes, cuyos deseos siempre han sido satisfechos por lo padres y no soportan la frustración. ambién puede darse el caso contrario, o sea, de niños carentes de afecto durante mucho tiempo.
Las pataletas pueden no ser más que la descarga afectivo-motriz, directa de momentos caóticos que vive el niño, en cuyo caso tenderá a desaparecer cuando el niño disponga de otros medios de descarga como el lenguaje.
Los berrinches pueden representar una explosión destructiva y agresiva en la que las tendencias hostiles son, en parte, descargadas violentamente sobre el cuerpo del mismo niño (golpeándose la cabeza por ejemplo) o sobre objetos inanimados (patadas a los muebles, paredes, etc), esto estados se calmarán cuando el niño pueda conectar su agresión con la persona que siente le ha frustrado.
Los padres/madres deben estar alertas ha estas manifestaciones y, antes de agredir, buscar ayudar profesional. La orientación oportuna puede restituir la paz en el hogar.
adaptado por Alejandría, de Encic. de la psicología. Trastornos del desarrollo. Océano. Vol 2. Ver otras fuentes: Organización Mundial de la salud)
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