La felicidad es la armonía que reina cuando se es capaz de pensar, decir y hacer lo mismo. Ghandi.
Todos los padres y madres desean la felicidad para sus hijos, pero cómo lograrlo?
Los niños y niñas primero que todo tienen que ser niños(as) a quienes les gusta jugar, cantar, reír, inventar, imaginar, soñar , dramatizar, imitar, recrear, crear, investigar y descubrir. Sin embargo, es labor de la familia brindarles un espacio en el que ellos comiencen a construir sus propósitos y logren visualizar sus metas y definirlas. Es todo un ejercicio enseñarles que todo cuanto realicen debe ser lo mejor, que lo deben hacer con amor y que siempre siembren con sus actos una gran esperanza. Un compromiso en la educación es que los hijos aprendan a responder con optimismo ante todas las situaciones y problemáticas que surjan en cotidianidad.
La felicidad no es la ausencia de obstáculos ni de problemas, porque solo cuando estos se presentan se valora y aprecia el bienestar perdido. Cuando se ve y se valora la felicidad se le puede transmitir a la siguiente generación. Cada minuto que se vive es la preparación para la felicidad venidera. De esta forma la angustia y la adversidad que se cuela entre las rendijas se desvanece ante la esperanza de un mejor mañana.
Se es feliz cuando se cultiva el humor y se introduce en los procesos de formación de las personas la risa. El fenómeno de la risa transforma las relaciones, es un cambio de registro en la forma de entender la vida. Los niños (as) la descubren de forma espontánea, unas pocas semanas después del nacimiento. De hecho, ese acto involuntario motiva y despierta ternura y grandes sentimientos que nos acercan íntimamente con esa personita que crece.
Durante toda la infancia, la risa y el juego acompañan el proceso evolutivo y de crecimiento que se irá transformando en un agente de socialización que le abre las puertas en el mundo. Así que son la risa y la capacidad del juego indicadores de la felicidad de nuestros hijos(as)
La risa juega un papel muy importante en la vida familiar como en la enseñanza en el colegio. Las relaciones que permiten y dedican tiempo a las diversiones, el buen humor y la risa son más sanas, cordiales, permanentes y desatoran y disminuyen las tensiones que se crean en ambientes difíciles o conflictivos en la cotidianidad y la convivencia.
Una expresión de alegría es la risa, la cual activa la producción de endorfinas, transmisores químicos que generan alivio y bienestar al cerebro. La risa libera tensiones y provoca una respuesta emocional positiva generando ambientes cordiales.
La reacción de la risa en los niños produce un sentido de vitalidad y tranquilidad que les ayuda a comprender y apreciar los cambios que se dan durante su crecimiento.
Los adultos ríen menos, pero cuando tienen hijos(as) bebés la interacción a través del juego y de la risa fortalece las relaciones y facilitan el camino hacia las responsabilidades que surgen en la educación.
La educación hace que se den momentos específicos en que es necesario corregir y formar a medida que crecen los niños(as) y que la idea de diversión se pierda o se convierta en expresiones rígidas y estáticas. Por lo que es necesario advertir el cambio de significado de la risa en el proceso y corregir a tiempo. Los niños(as) aprenden, sobre todo, por imitación, así que si quiere formar un buen carácter en su hijo (a) se debe ser el modelo digno y duradero a seguir. Estrechar la relación entre padres/madres e hijos(as) depende de la disposición para establecer comunicación entre las partes.
Los niños(as) también deben aprender a optimizar y promover la risa positiva. El humor agresivo e hiriente contra los demás debe evitarse para que no vaya a llevar al niño(a) a ser separado de las dinámicas sociales. También deben enseñarle a moverse en su medio con su buen humor para que el hecho de que sea divertido y simpático no lo convierta en el joven recocha del grupo. Todo debe ser en justa medida.
Es recomendable pasar tiempo jugando con los niños(as) en actividades recreativas, lúdicas muy a menudo y enseñarles a no sobredimensionar los problemas que se les presentan en la vida a través del buen humor. Es necesario cultivar la alegría y con ello obtendrán pequeñas y grandes ráfagas de felicidad.
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