viernes, agosto 19, 2011

De Humanidad y Flores.

Texto: Claudia C. Pinzón R. - Fundación Alejandría

La imperfección humana es parecida a la perfección animal, la humanidad no se adapta a la naturaleza, en tanto la naturaleza en su perfección es dueña de sí misma, es dueña de la comodidad. Es decir, la naturaleza se siente bien consigo misma siendo ordenada y salvaje al mismo tiempo, no requiere hacer ningún esfuerzo.

En su complejidad la naturaleza no necesita abandonar lo que es o parecerse a algo, condición propia de la humanidad, la cual busca constantemente en la razón y no en la incertidumbre la explicación a su existencia. Será que la incertidumbre tiene un viso de locura que no le permite al hombre trascender ideas y pensamientos para encontrarse pleno consigo mismo?

La imperfección humana hace del mundo, un mundo loco e incierto, en su intención de habitar un mundo serio. La humanidad se abandona a la sordera que le deja el sentirse cómodo en la rutina de su vida cotidiana.  Qué difícil es habitar en la incertidumbre y dejar que la vida con las mariposas en las flores, las montañas con aguas cristalinas, que brotan de sus entrañas, los árboles leñosos de copas frondosas, con enredaderas y nidos de pájaros de alas anchas, se revele y nos asombre.

La humanidad en la búsqueda de perfección y de crear un mundo serio, ha ignorado al loco que lleva por dentro, que ríe, juega, desea, ama, sufre y sueña. En ese afán, ha modelado seres incapaces de disfrutar las pequeñas cosas, sin tiempo para escuchar al otro y sentir la vida. De igual forma, los seres humanos han acomodado su cuerpo y existencia en poses en las que frunce las cejas, enreda las ideas y las envuelve en palabras incomprensibles.

Entonces, quiénes somos? Somos una mueca cargada de mucho esfuerzo como signo de imperfecta maestría, reflejamos la incomodidad con nosotros mismos en el desconocimiento del otro. Ese otro que nos reconforta con una carcajada, que nos abraza y que en una palabra, comparte el secreto del misterio de la vida, ese otro que nos recuerda que somos parte del mundo loco, de una vida que revienta como las algas en el agua estancada.

Somos polvo de estrellas iluminado por la luna, energía que se diluye cada día en el horizonte con la complicidad de las montañas. Poseemos la belleza de las flores, el sonido del mar y la creatividad de los dioses, con la razón entonces se podría dignificar la locura y consentir en explosión contenida  la vida.

Fotografía: S. Hans.. Niños del  Valle del Omo, Etiopia