El juego refleja la disponibilidad para asociarse, para acercarse, para compartir, para estar en grupo, es terapéutico tanto para niños como jóvenes y adultos. Genera la visión de múltiples realidades en la medida que descubre otras posibilidades. Además de ser una experiencia gratificante estimula la expresión de emociones y la manifestación espontánea de lo que el sujeto es y desea ser. A través del juego, se exteriorizan alegrías y tristezas entrelazando la realidad y la fantasía. Por ejemplo: cuando un niño juega deja aflorar su vitalidad; si está enfermo o deprimido, por el contrario no desea participar en ninguna actividad que se le proponga.
El juego aparece desde etapas muy tempranas del crecimiento de los seres humanos, aunque también está presente en los animales. El juego es la actividad preferida por los niños, estos lo viven intensamente y cualquier compromiso lo convierten en algo serio. En el juego, el niño se entrega por completo a su vivencia lúdica, la cual se hace inaplazable. Es una herramienta de aprendizaje muy eficaz que facilita la integración del sujeto a un grupo o comunidad: Además de aportar en la capacidad de relación con otros y con el mundo en forma natural, facilita la consolidación de la identidad. El juego promueve la inserción del sujeto al medio en el que interactúa, es un dinamizador entre el crecimiento del sujeto y su adaptación a la cultura porque en el juego se reconocen e identifican los valores de una comunidad y se positiva el aprendizaje.
Una de las ventajas del juego, es que este no es necesario enseñarlo, el juego simplemente aparece poco a poco y se perfecciona cuando se crean reglas, se adaptan y se descubren roles. Este se encuentra relacionado con aspectos significativos que intervienen en el desarrollo de las capacidades perceptivo-motrices, el desenvolvimiento psicomotor, la maduración de la dimensión cognitiva, la dimensión comunicativa y la dimensión socioafectiva, por ello e s común que las experiencias vividas como placenteras estén asociadas al juego, posee intrínsicamente una gran riqueza pedagógica que lo convierte en una herramienta metodológica que aporta múltiples beneficios, para el despliegue motor, el desarrollo de la inteligencia, la expresión de emociones, la adaptación a la sociedad, la realidad y la cultura, adicionalmente, contiene elementos para el descubrimiento de talentos y el fortalecimiento de potencialidades.
Por último, el juego crea la motivación necesaria para establecer vínculos afectivos con personas, situaciones y objetos. Promueve la creación de signos, significantes, lenguajes y códigos, ademas que dinamiza la convivencia con otros y posibilita la articulación del sujeto a su cultura.
Los educadores están comprometidos con formar hombres responsables y felices, por tanto, su tarea cotidiana debe ser un arte y el arte implica siempre la creación de un nuevo juego de reglas. La estrategia metodológica consiste en explorar alternativas en el juego con sentido, en el que se positiven nuevos aprendizajes. Jugar y reír nos hace cada vez más humanos.
Escrito por: Claudia C. Pinzón Romero. (Mg en Educación)